Hoy, 8 de marzo de cada año, se celebra el Día Internacional de la Mujer en todo el mundo. Sabemos lo valiosas que son cada una de ellas y el pilar de vida que son para cada persona. En cada rincón del mundo existirá una con diferentes costumbres o tal vez con otro rasgo físico, pero seguirá teniendo ese corazón noble, lleno de cariño y amor; que tienen muchas de ellas para enfrentar las adversidades; más aún cuando se enfrenta a una enfermedad, muy agresiva, como es el Cáncer de Seno. En esta nota, la Clínica Saint Paul, hemos tratado de contarle desde la perspectiva de una paciente cero, las diversas situaciones al que se enfrenta al ser diagnóstica con Cáncer de Senos y cómo su vida puede depender de un hilo.
Frente a mí, en medio de la pared, se encontraba un reloj viejo, de color blanco y amarillo. Algo empolvado, tal vez, pero mágicamente a pesar de ser obsoleto, no paraba de anunciar el cambio de hora, con el clásico tic tac…tic tac… tic tac. Cada media hora esta alarma se encendía para despertar del silencio a los asistentes que cruzaban toda esta habitación o a los que llegaban, por primera vez, como yo, por este pasillo.
Al lado de este aparato, un poco más arriba, una cartulina de color rosado y con fondo blanco, se desprendía un mensaje; en el que se podía leer, a simple vista, las siguientes frases: “Sin importar los momentos difíciles, siempre has seguido adelante, luchando. Te felicitamos y valoramos. Eres un ejemplo de fuerza y constancia para todas las mujeres y las personas que te rodean”.
Tal vez, al principio no entendía el significado de la palabra “lucha” a pesar de que la escuche muchas veces; pero conforme iban trascurriendo los minutos iban recreando lo que estaba a punto de suceder. A mi costado dos parejas, una en cada lado de mi hombro, tomados de la mano. En medio de ambas personas, solo atiné a quedarme en silencio y, a escuchar, lo que le decía uno al otro.
Giré un poco la cabeza hacia el lado derecho, donde se encontraba la primera pareja; el caballero, vestía una camisa blanca a cuadros, un pantalón negro de vestir, y unos zapatos marrones muy elegante, por cierto. Ella, no se quedaba atrás, vestía muy bien, pero algo casual para el momento, tenía una blusa blanca, un pantalón azulado, y unos tacos aperlados.
La mujer, de cabello marrón, algo temerosa, solía a recostar su cabeza junto al pecho de aquel hombre elegante, mientras esperaban su turno para ingresar al consultorio; él sujetaba muy fuertemente sus manos y repetía la siguiente frase: “Todo va a estar bien, ya verás”. De pronto, una voz varonil, irrumpió la escena de la pareja, llamando a la señora de blusa blanca, a que se acerque a su despacho.
Mientras eso sucedía y observa naturalmente, la escena, de pronto, en un instante, gire mi cabeza en sentido contrario, hacia la izquierda, al escuchar el desconsuelo y llanto de aquella mujer, mientras su esposo la sostenía de las manos. La escena era algo devastadora, se observa un desconcierto, total, mucho llanto, desconsuelo y tristeza se podía percibir a simple vista.
A pesar de que las posiciones de ambas parejas era muy parecidas, a ninguna se le podía ver el rostro más que las siluetas. En el caso de la segunda pareja, el varón, tenía una camisa a cuadros, un pantalón negro de vestir y unos zapatos marrones muy elegantes, por cierto. La dama que lo acompaña, tenía una blusa blanca, un pantalón azulado, y unos tacos aperlados.
Pero, hubo un detalle que diferenciaba a ambas parejas, esta mujer tenía los ojos muy lloroso, como si hubiera llorado mucho, pues se encontraba muy acongojada y algo desconsolada. Lleva un sobre de color amarillo entre las manos, al parecer eran documento de ella; sentí una corazonada, muy dentro de mí, que me decía, que, el estado emocional en que se encontraba la mujer tenía que ver con esos papeles.
La situación eran tan crítica que me puse en los zapatos de ella, he intente decir algo, mientras me prepara para dedicarle unas palabras de aliento; el caballero, no sé, quedó atrás y trataba de consolar a su pareja con la siguiente, frase: “Vas a superar esta situación, vas a salir de estas, ya lo verás, ¡tú puedes!”. Quise tratar de hacer algo para que aquella mujer olvide por un rato esa situación, así que levante la mirada hacia el reloj, para encontrar el momento perfecto o preciso.
Mientras realizaba esta acción, volví nuevamente hacia el lado derecho de mi hombro. La primera pareja está nuevamente a mi lado, el caballero, seguía usando la misma camisa a cuadros, un pantalón negro de vestir, y unos zapatos marrones muy elegante, por cierto. Su esposa, no se quedaba atrás, vestía muy bien, pero algo casual para el momento, tenía una blusa blanca, un pantalón azulado, y unos tacos aperlados.
Pero, hubo un detalle, noté que la señora, ya no tenía el cabello marrón, voluminoso que tenían antes de ingresar al consultorio, pues, era un turbante blanco, que hacía de cabello al rededor de su cabeza. Otra vez, nuevamente sentí mucha curiosidad e intente interrogarla con una pregunta, tratando de encontrar alguna explicación; entonces, intente tomar la iniciativa, pero el tic tac.. tic tac.. tic tac del reloj y, una tos muy fuerte, cambio el sentido de mi concentración.
Intente tratar de saber de dónde proviene esa voz, pero mis ojos estaban puestos en el reloj de la pared. Entonces decidí esperar el cambio de hora, para identificar aquella voz. Pasaron unos minutos y nuevamente el reloj volvió a sonar y acompañada de la misma tos fuerte. Nuevamente, mi mirada se topó con la segunda pareja, el caballero. Seguía usando la misma camisa a cuadros, un pantalón negro de vestir, y unos zapatos marrones muy elegante, por cierto.
Su esposa, no se quedaba atrás, vestía muy bien, pero algo casual para el momento, tenía una blusa blanca, un pantalón azulado, y unos tacos aperlados. Ella, no tenía los ojos llorosos como hace un rato, pero sí, estaba algo flaca y desgastada, y, con una mirada decaída. Lo peor de todo fue, ver su calva, me conmovió y al mismo tiempo me puso la piel de gallina. Por lo que intente mirar nuevamente hacia el reloj y así intentar asimilar lo que estaba observando.
Me armé de valor y dije: tengo que saber de quienes se tratan. En ese instante las ganas podían más, pero, al mismo tiempo, sentía mucho miedo, pero algo dentro de mí, quería saber de quienes se trataban. Entonces, me puse a pensar un poco. Lo primero que se vino a la mente era encontrar una excusa para estar frente de ambas parejas y saber de sus rostros.
Esperé que pasen unos minutos, mientras miraba el reloj, fijamente, para no levantar sospechas. Luego, decidí, levantarme y dar unos pasos para quedar de espalda frente a ellos, y así voltear hacia la salida. Que quedaba justo en la parte posterior a dónde iba a mirar, así tener el motivo suficiente de poder observar su rostro.
Mientras daba unos pasos, me sobre pare en medio del pasadizo, entonces, asimismo, dije: es el momento para voltear – y, descubrir de quienes se trataban; pero una voz, llamándome, que replicaba a cada rato mi nombre, freno todas mis intensiones, poniéndome, “la piel de gallina”. Esa voz, salía de aquel consultorio, que se encontraba en diagonal del punto donde me encontraba, y qué tenía la puerta semiabierta.
Al escuchar por octava vez, esa misma voz, sentí mucho miedo, en realidad era el motivo por el cual me encontraba en sala de espera. Me acerqué poco a poco a la puerta, y ante de tocar, volvió a replicar esa misma voz, a mis oídos – ¡Señora, pase y siéntese! En seguida, el médico, me preguntó: ¿Usted, vino sola? – alguien la compaña. Entonces, le respondí: Sí, vine con mi esposo. – Por lo que, el médico, remarcó, Llámelo.
Entonces me levanté del asiento donde me encontraba y camine unos pasos, con la intensión de salir de habitación. Moví un poco el mago de la puerta y saque parte de mi cuerpo, hacia adelante. Y, en seguida, puse la mirada en los asientos de espera. Al notarlo, le hice una pequeña señala a mi esposo, con la mano derecha, pero no lo pudo ver.
Así, que una enfermera que transitaba muy cerca a la puerta donde me encontraba; le sugerí que le pasará la voz, al señor que se encontraba en los asientos de recepción. En seguida, mi esposo volteo, me miró y sonrió. Entonces volví a realizar la misma señal de hace un instante. Y, él entendió que necesitaba que venga.
Ambos, dentro del consultorio y frente al médico. Volví a sentir ese mismo temor de hace unos instantes, miedo y la sensación de frío en las manos. Me puse muy pálida de pronto, mientras eso sucedía. No podía evitar dejar de pensar la escena de hace algunos meses frente a médico.
Mi esposo, al notar este cambio corporal en mí, me sujeto fuertemente las manos. El médico, con cara de preocupación, no paraba de mover la cabeza, de un lado al otro. Y al mismo tiempo, aprovechaba ese trance, para exhalar un poco de aire. Mientras eso sucedía, no podía evitar dejar de pensar. Y se venía a la mente aquella situación de ambas parejas y sobre todo a la señora de turbante en la cabeza.
De acuerdo con el informe Globo can 2018, cada año en el Perú unas siete mil mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama y 1.800 fallecen. El cáncer de mama representa la segunda neoplasia más frecuente en nuestro país. Afecta a la mujer adulta y es una causa importante de carga de enfermedad. Las mayores tasas de mortalidad por cáncer de mama para el año 2012 se registraron en las regiones de Tumbes, Piura, Lima, Lambayeque, La Libertad y Callao.
En seguida, el médico irrumpió mi tranquila con una pregunta y, dijo: ¿Señora, desde cuando ha tenido esas molestias en sus senos? – por lo que – respondí, quedándome completamente en silencio. No había nada que responder lo peor ya había pasado.
Por tanto, el médico volvió a insistir nuevamente diciendo: ¡Señora, esta segura! En ese momento, mi esposo, dijo, lo siguiente: doctor, que tiene mi esposa. Señor, su esposa ha superado el Cáncer de Senos, de hace algunos meses. Por lo que rompí en llanto; no sé, si era tarde o temprano que me dijeran esto, pero me saque un peso de encima. Todo mi mundo volvió hacer como antes lleno de colores.
De pronto, el reloj de la pared no dejó de tocar su clásica tic tac tic tic tac tic tac, como haciéndome recordar. Aquella frase en la pared que observe cuando llegue por primera vez. Y las veces que estuvo mi esposo tomándome las manos, en aquellos asientos de recepción. Frente a ese reloj viejo, sucio y empolvado.
Hoy, 8 de marzo es un día especial para todas las mujeres en el mundo, y saludamos su contribución en la sociedad. Desde aquí les deseamos mucha fortalece en cada lugar que se encuentre y que Dios siempre las cuide.
La cirugía de reconstructiva es una especialización de la cirugía que permite reconstruir nuevamente la apariencia de los senos, tras superar esta enfermedad. Te cuento que en la Clínica Saint Paul, del Dr. Edwin Vásquez, somos los mejores especialistas en cirugía faciales, como: Lifting, rinoplastia, otoplastia, etc. Además, realizamos los más modernos tratamientos de medicina estética de todo el Perú; por lo que puedes sentirse en confianza. Puedes agendar tu cita a través de enlace de WHATSAPP o llamar a los siguientes números telefónicos (+51) 950895893